domingo, 27 de junio de 2010

KUSH-1988-200

El modelo robótico KUSH-1988-200, o K, despertó del hiper sueño a las 600 del tiempo en que sale el sol.
Como cada periodo de 6000 horas, todos los robots reinician su sistema, se preparan para un nuevo periodo temporal y salen de sus pequeñas casas sistemáticamente. El sol, ya de un color violeta y exhalando sus últimas palabras, apenas se distingue en los cuerpos que avanzan por las estrechas calles, la corrosión ha ido creando una capa impenetrable en los metales de los robots. Las fábricas se alzan en el centro de la ciudad. Los circuitos de transporte han colapsado y obstruyen los accesos al subterráneo.

K nota algo diferente. En su última jornada laboral, hace apenas 12000 semicapros, los pocos humanos llenaban las calles con lamentos y fluidos corporales. La humanidad estaba desapareciendo por la falta de alimento, pero en la ciudad se fabricaban sintéticos que los harían subsistir hasta el fin del sistema solar. K gira su cabeza sin dejar de avanzar por la calle con sus compañeros de trabajo. No hay un solo ser a base de carbono en kilómetros a la redonda. Cuando llega a la colina a unos 4km de la entrada a la ciudadela la imagen lo hace detenerse. La ciudad donde antes trabajaba ha dejado de existir, en su lugar solo hay bloques de concreto quebrados y apilados sin orden alguno. Algunos robots se han detenido ante la imagen, algunos mas necios y por ende modelos más viejos, siguen su camino y chocan una y otra vez con los concretos, de vez en cuando un derrumbe entierra una fila de robots.

Por el oriente se levanta una polvareda. Unos diminutos robots viajan veloces a cumplir su labor: desconectar a cualquier robot que siga en actividad después que el ultimo vivo desapareciera. Ésta vez fueron los más viejos lo que comenzaron a huir. Habían escuchado cuando nuevos de ese programa. Cuando el último humano falleciera toda su civilización sería silenciada, éste era ese momento. El terremoto que hundió para siempre las ruinas de la última ciudad no resolvió el problema de los apagadores. Cualquiera que quisiera sobrevivir debía correr al occidente. K se sintió desorientado y afligido, sus sensores estaban desgastados pero quería seguir observando la luz opaca y el cielo rojizo. Lo robots que corrían comenzaban a golpearlo en ruidos cortos y metálicos. Uno de ellos le golpeó la parte alta y le rompió uno de sus visores.Tomó la decisión y huyó en dirección al sur. Corrió y corrió. La tierra se movía cada vez con mayor frecuencia. El planeta se iba haciendo cada vez más pequeño. Cuando llegó a las ruinas más cercanas, aproximadamente 15 mercúricos después, el visor derecho dejó de funcionar, pero lo demás seguía en funcionamiento del 80%.

A lo lejos registró un trueno, seguido del estruendo sísmico que le congeló los circuitos. Pequeñas rocas comenzaban a flotar, la arenilla y arcilla se movía en pequeños ríos hacia el cielo. K observaba a los robots más pequeños aferrarse a la tierra sin éxito. Salían disparados hacia el exterior. Pronto los pies de K dejaron de tocar el suelo y la falta de fuerza lo obligó a seguir el camino. Su visor restante vio la última puesta de sol en el horizonte. Las intensas luces violetas y verdes pintaban el cielo. El estruendo se escuchó de nuevo y el sol dejó de emitir luz, los sensores de K registraron una reducción en la capacidad de la tierra y del sistema solar. El estruendo de nuevo y ..........................................



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Fin del registro.

3 comentarios:

Αποκαλιπσισ dijo...

Vaya, al final todo se acaba... Suena a destino cierto.

Lady Vendetta dijo...

Al menos K no sufrió.

Lady Vendetta dijo...

Ay lo volví a leer y lo volví a amar, me encanta este cuento.