domingo, 24 de febrero de 2013

Like a stone.

Vestía una camisa a rayas, pantalones a la moda; lentes con poca graduación, mis tennis blancos favoritos; el cabello un tanto largo, cubriendo algunas cicatrices. Así fue como recibí el primer impacto.

Una nube de polvo se levantó a lo lejos, sin forma ni sabor. En el espacio lleno de nada que tenía a mi izquierda, se había formado una enorme esfera de colores verdiazul; a mi derecha, la evolución mutaba en mil y un formas para terminar en la nada, que luego se convertiría en la enorme esfera de colores. De pie como estaba, nada de eso importaba, solo podía mirar al cielo al tiempo que estiraba los músculos frontales de las piernas, como en los viejos tiempos.

Bajo de mi, el mar se movía de forma irregular. Un viento helado venía desde el horizonte a mis espaldas. Los barcos que contenía mi tesoro emergían entre las olas cada vez más grandes. Del otro lado, las flotas enemigas se preparaban para la batalla. Unos doscientos barcos se emparejaban en los límites del mundo conocido, mientras la otra flota, se dirigía a toda velocidad con las puntas afiladas tratando de atravesar al enemigo. Yo, solo me encogí de hombros, hundí mis manos en los bolsillos y cerré los ojos ante el terror, pero sin miedo.

"Esperaré por tí, solo, solo, como una piedra."

Cuando todo el horror terminó, las esferas ya no estaban, en su lugar se había creado dos galaxias espiral, y cada, al mismo tiempo, absorbía el brazo más lejano del centro, alimentándose a sí mismas en una repetición interminable. La nube de polvo ahora revelaba un desierto donde los hombres pierden la cordura y en donde un hombre reducido a los huesos me enseñaría los secretos del combate.

Bajo de mi, la gravedad había abierto un hueco entre las olas del océano, desde el cual, se podía ver el mismo centro del no mundo. Ahora, era atraído hasta ese lugar sin poder hacer nada. Yo quería un cambio, pero la mitad de mi ser ya había desaparecido: mi mano derecha, mi pierna derecha, incluso mi oído izquierdo se evaporaron al hacer la señal ineludible de la comunión. 

Al llegar a mi destino, una comunidad alejada bailaba alrededor de una fogata de doscientos metros en honor a su nuevo dios. Yo los veía desde mi asiento mientras moría cada vez más. Pasados los días de fiesta, al mismo tiempo que la fogata se apagaba y el nuevo sol salía por las montañas, me doble por la mitad y con el mismo sonido que expulsa una rama al ser pisada, me extinguí del país, y con ello todo rastro de inhumanidad.

sábado, 18 de agosto de 2012

De magos y viajes en el tiempo.

Derrotamos al mal en su propio campo. -Verde ondulado, cielo muy azul pero obscuro-

Yo tenía una espada, para poder defendernos del mago. Ark y yo tenemos que partir. Antes viajamos con las guardianas del tiempo, dos ancianas de poca monta y cuerpos pequeños. Una estaba a cargo de otra, mientras una se mueve la otra no. Siempre se encontraban en un cuarto con muchas sillas pegadas en las paredes. En medio de algunas se encuentra un sillón roído y viejo, de un período específico de la historia donde aún nada existía y la magia no dejaba de consumir el sol.

Sabíamos lo que era necesario hacer. Nos sentamos para poder viajar. La luz que salía de la única puerta comenzó a desaparecer.

-¿Y qué tal tu día?
-Aburrido, como siempre.

Mientras viajábamos al momento de la historia donde ya hay edificios. Aquí, la gente vive mal, pero es necesario que encontremos a quien venimos persiguiendo. 
¡Lo hemos encontrado! El descendiente de Ark resulta ser un pobre herrero que esta cansado de luchar y decidió abandonar la vida del guerrero. Mientras tanto sus hijos, dos pequeñas y un niño, impregnan nuestras ropas con sus deseos más fuertes y mágicos. Luces verdes y azules pasan sobre nosotros directamente desde sus ojos, como si se derritieran y nos envolvieran. Desde luego que nadie se percata de lo que esta pasando.

De pronto, televisiones, autos, sillones, espejos y cristales de cuarzo caen por un portal temporal que se ha abierto en el cielo. Todo nos rodea, un tornado y la obscuridad.

Despierto dentro del camión de dos pisos, la luz entra muy fuerte por las ventanas que no tienen cristal. Estamos sobre un acantilado, abajo solo veo el verde de la pradera, pero ningún detalle. A mi alrededor hay miles de pequeños objetos.

La gente comienza a acercarse al camión. Todos saben que soy un mago.

Sueño #121.12

La muerte nos consterna a todos.
Esta claro que debemos sufrir.

Cuando mueres el sentimiento viene desde el estómago, y cuando los fantasmas del tiempo vienen por tí. No se puede hacer más, te rompen, despedazan, violan, violentan, todo por tu alma que termina siendo destruida.

Cuando morí, vivía en Coyoacán, una pequeña casa de habitaciones pequeñas: una azul, una amarilla, pero todas obscuras. Cuando vino el primer fantasma yo no estaba preparado: brincó muy alto, me llevaba consigo, me azotó, fue la experiencia más terrible de mi vida.


Después vi morir al hombre. Demacrado, increíblemente delgado, se dobló por la mitad y se fue consumiendo mientras caía por la calle. Llevaba un niño dentro igual de viejo que el. Su alma obscura me llamaba mientras marcaba el 911. Mi abuela lo conocía, mi madre también, pero no importaba cuan escalofriante suene, apenas es el primer encuentro.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El trol

Persona1: Vaya que no se me ocurren buenos sueños en estos días.
Persona2: Esa mente tuya esta demasiado dada a la mierda con tantas drogas y trilogías, escucha bien mi historia, que más bien es un relato de algo que me pasó, posteriormente dame tu opinión, o calla si es que la normalidad del mismo te ha torcido el cerebro.

Teníamos una fiesta en el centro histórico de nuestra ciudad. La música sonaba a todo volumen mientras todos bailaban sin ritmo con personas que no conocían, y aunque esas no eran las normal que dictaba la sociedad a nadie parecía importarle.
Salí pues a la calle, y llegando a la entrada del Metro la gente comienza a armar un disturbio, pues la construcción del Nuevo Edificio ha dejado paralizado al transporte público. Sin pensármelo dos veces, y conociendo a la gente problemática de hace ya un tiempo, decidí tomar otra ruta de camino a casa. Ya lejos de la entrada antes mencionada escuché varias explosiones provocadas por la gente manifestante. Sin entender mucho el como, supe que esa gente había logrado dinamitar la entrada y ahora se arrojaban como clavadistas a las vías donde morían antes de tocar el metal electrificado.

Caminaba por las calles y veía a Amigo entre la multitud. Viéndome también se acercó a saludarme y en un gesto de camaradería ofreció llevarme a una fiesta en un antro de la ciudad. No sin antes hacer como que pienso, pues ya tenía la respuesta en la cabeza, pues ya sabes que no me gusta asistir a dichos eventos, y a punto de contestarle negativamente, aparece M, quien saluda a la acompañante de Amigo, antes que a mi, y es que la acompañante estaba oculta y M es una dama y saluda primero a las mujeres. Después de un abrazo ambas se separan y acuden con sus respectivas parejas. Yo doy media vuelta y me alejo por un callejón.

El callejón resultó ser un vagón de tren. Bajé en la siguiente estación y me di cuenta que a unas calles estaba el sitio donde se realizaría la fiesta. Paso frente al lugar y encuentro a la exnovia de Amigo, quien me pregunta por los disturbios que viví hace unas horas en el Metro. Cuento la historia con lujo de detalle y haciendo ciertas anotaciones de mi valentía ante tal situación. Terminado mi relato, y sin esperar respuesta, doy vuelta de nuevo y me escurro por un callejón abandonado.

Camino entre la multitud, las calles están repletas de subidas y bajadas y de escaleras que llevan a pequeñas y sucias vecindades. Amigo no quiere que me vaya, pero le explico que necesito entrar al oxxo a comprar leche para comer, pues tengo hambre, y señalo la iluminada tienda con ambas manos. Entro al establecimiento y la luz ha quedado fuera, el ambiente huele a rancio y de las paredes sale un olor a muerto que lastima mis ojos. En una esquina están varias mujeres extranjeras encadenadas, sucias y con el maquillaje arruinado. Su raptora, otra mujer, pero esta no tiene ojos, en lugar de eso tiene huecos por donde sale un líquido negro y espeso; la mujer es redonda, de mala cara y más vieja y fea que las mujeres encadenadas, quienes quieren huir. De alguna manera les ayudo a escapar y la mujer sin ojos grita amenazas y maldiciones. Salgo por la parte trasera del establecimiento con el miedo en la garganta. En el callejón hay más mujeres huyendo despavoridas. El origen de su miedo es otra figura femenina muy alta, con piernas largas y muchas de ellas, los dedos son finos. El cuerpo inerte camina apoyándose en las patas de araña que le salen de la espalda. Cuando alcanza a una mujer indefensa, sus ojos se iluminan y sonríe un poco, la toma con los dedos atravesando su cuello, y de un tirón de los pies, le arranca toda la piel junta como si de un vestido se tratara; engulle su trofeo y arroja el cuerpo a un lado. A pesar de todo, algunas mujeres logran escapar por los consejos que les doy, pues ya he pasado por esto antes.

Regreso al edificio y de un brinco escapé del tigre blanco que custodiaba las escaleras de caracol que daban al segundo piso. La puerta del segundo piso daba a una calle sin personas. Camino hacia el metro, pues desde antes quería regresar a casa. En mi tercer paso siento la presencia de una sombra maligna que me persigue, y sé que me hará daño si permito que me dé alcance. En ningún momento veo la sombra pero entiendo que es una larga y obscura persona, de largos brazos y sombrero de copa. Llego a la entrada del transporte y al contacto con la luz, la sombra revela a un hombre encorvado, muy delgado y sin párpados. Se queda con la mirada fija en la entrada mientras yo avanzo al andén.
Ya que no conozco la estación en la que entré, busco los letreros para orientarme, pero las viejas señales están todas torcidas y entrelazadas, además de escritas en una lengua que nadie sabe. Avanzo en una dirección aún sabiendo que podría estar equivocado.

Mi vista se eleva del lugar y viaja hasta una pradera varios cientos de kilómetros lejos de donde me encontraba originalmente. En el prado veo un teatro abandonado, en el lado izquierdo lo corta una montaña y del lado derecho un acantilado muy empinado. El teatro ha sido abandonado hace muchos años, pero hay indicios de gente sin casa viviendo en el, sin embargo, el paso del tiempo los ha convertido en la ilusión de algún desventurado. El letrero medio destruido de la parte superior dice Teatro de beneficencia. Cuando bajo la vista alcanzo a ver a los agentes de la ley que vienen a investigar una serie de violaciones en el lugar. De pronto estoy en el piso y me siento desorientado, con la mirada turbia, sin poder articular palabras, como si mis pensamientos fueran de humo muy espeso que no subiera al cielo ni se disipara en el aire. No puedo si quiera parpadear rápidamente. Los agentes gritan culpable, y solo puedo pensar que yo no fui.

Entre los agente levantan el cuerpo en donde yo estaba, pero solo ha quedado mi alma en el piso. Me incorporo también y veo con detenimiento lo que han levantado antes, mi lengua no puede creer lo que estoy viendo. Sujetado por las axilas, los agentes tiene un cuerpo rugoso y pequeño, de piel rugosa y gris, con grandes orejas y nariz y el poco pelo tapándole medio ojo izquierdo. Era un trol como el de los cuentos. De su boca salen sonidos que los agentes detestan, pero yo alcanzo a entender su significado: ¡Yo no fui, váyanse de aquí, corren peligro!
Los agentes fastidiados ya de no obtener más que balbuces ininteligibles, arrojan al trol al lodo.

En la montaña de la izquierda, despierta la madre del trol con un choque de rocas. ¡No madre, no te molestes, no te robaremos tu aire!-grita el trol en su lento lenguaje. La madre arroja una piedra pesada al lodo donde estaba el trol y los agentes. Cuando el polvo se dispersa, uno de los agentes grita -¡seguimos aquí!- Es entonces cuando la madre se despierta por completo, increíblemente enfurecida arrancando piedras de la montaña, las cuales golpea entre si revelando un mazo y una esfera de metal muy brillante. Arroja al piso sus materiales y de un brinco cae al nivel de tierra. Del aspecto que tenía antes, parecido al de su hijo, ya no queda nada. En su lugar ha aparecido una armadura de bronce muy pesada, pues ha fusionado su cuerpo con la esfera de metal. Ante tal visión los agentes se quedan paralizados, como si su cerebro se hubiera fundido pues su muerte es inminente, como si la razón hubiera abandonado sus oídos.

El trol huye al desfiladero. Entre gritos y arcadas se siente su dolor profundo. Después de tres gritos más comienza a vomitar su propio interior, hasta que desparrama todo su ser espeso y gris en el verde pasto. Con el grito final de agonía, el más fuerte y violento de todos, entiendo que ha dejado de existir.
Mi alma se traslada junto a los despojos del ser. De pronto el trol, o lo que queda de el, se mueve para dar un último grito ahogado. Mi alma se esconde en una grieta del acantilado sudando de miedo, los despojos del trol caen pues el acantilado se hace más prominente, y al llegar al final explota la cabeza y se transforma en un árbol torcido. Mi alma se siente profundamente triste, el dolor le hace doblarse por la mitad. Mientras llora se tapa la cara, todo comienza a dar vueltas y desaparece.

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domingo, 27 de junio de 2010

KUSH-1988-200

El modelo robótico KUSH-1988-200, o K, despertó del hiper sueño a las 600 del tiempo en que sale el sol.
Como cada periodo de 6000 horas, todos los robots reinician su sistema, se preparan para un nuevo periodo temporal y salen de sus pequeñas casas sistemáticamente. El sol, ya de un color violeta y exhalando sus últimas palabras, apenas se distingue en los cuerpos que avanzan por las estrechas calles, la corrosión ha ido creando una capa impenetrable en los metales de los robots. Las fábricas se alzan en el centro de la ciudad. Los circuitos de transporte han colapsado y obstruyen los accesos al subterráneo.

K nota algo diferente. En su última jornada laboral, hace apenas 12000 semicapros, los pocos humanos llenaban las calles con lamentos y fluidos corporales. La humanidad estaba desapareciendo por la falta de alimento, pero en la ciudad se fabricaban sintéticos que los harían subsistir hasta el fin del sistema solar. K gira su cabeza sin dejar de avanzar por la calle con sus compañeros de trabajo. No hay un solo ser a base de carbono en kilómetros a la redonda. Cuando llega a la colina a unos 4km de la entrada a la ciudadela la imagen lo hace detenerse. La ciudad donde antes trabajaba ha dejado de existir, en su lugar solo hay bloques de concreto quebrados y apilados sin orden alguno. Algunos robots se han detenido ante la imagen, algunos mas necios y por ende modelos más viejos, siguen su camino y chocan una y otra vez con los concretos, de vez en cuando un derrumbe entierra una fila de robots.

Por el oriente se levanta una polvareda. Unos diminutos robots viajan veloces a cumplir su labor: desconectar a cualquier robot que siga en actividad después que el ultimo vivo desapareciera. Ésta vez fueron los más viejos lo que comenzaron a huir. Habían escuchado cuando nuevos de ese programa. Cuando el último humano falleciera toda su civilización sería silenciada, éste era ese momento. El terremoto que hundió para siempre las ruinas de la última ciudad no resolvió el problema de los apagadores. Cualquiera que quisiera sobrevivir debía correr al occidente. K se sintió desorientado y afligido, sus sensores estaban desgastados pero quería seguir observando la luz opaca y el cielo rojizo. Lo robots que corrían comenzaban a golpearlo en ruidos cortos y metálicos. Uno de ellos le golpeó la parte alta y le rompió uno de sus visores.Tomó la decisión y huyó en dirección al sur. Corrió y corrió. La tierra se movía cada vez con mayor frecuencia. El planeta se iba haciendo cada vez más pequeño. Cuando llegó a las ruinas más cercanas, aproximadamente 15 mercúricos después, el visor derecho dejó de funcionar, pero lo demás seguía en funcionamiento del 80%.

A lo lejos registró un trueno, seguido del estruendo sísmico que le congeló los circuitos. Pequeñas rocas comenzaban a flotar, la arenilla y arcilla se movía en pequeños ríos hacia el cielo. K observaba a los robots más pequeños aferrarse a la tierra sin éxito. Salían disparados hacia el exterior. Pronto los pies de K dejaron de tocar el suelo y la falta de fuerza lo obligó a seguir el camino. Su visor restante vio la última puesta de sol en el horizonte. Las intensas luces violetas y verdes pintaban el cielo. El estruendo se escuchó de nuevo y el sol dejó de emitir luz, los sensores de K registraron una reducción en la capacidad de la tierra y del sistema solar. El estruendo de nuevo y ..........................................



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Fin del registro.

viernes, 11 de junio de 2010

Cuentame de tus vacaciones...

Todo comenzó cuando regresaba de mis vacaciones con mi madre.
Íbamos en el camión donde la gente se recostaba y tomaba fuerzas para regresar a la ciudad.
El transporte era normal, rectangular en su base y su techo,un poco más angosto en sus laterales.
La gente,aunque sudando, se sentía amable; charlaba y contenía las fuerzas de quedarse unos días mas.
Mi madre miraba por la ventana.
La brisa marina aún flotaba en el ambiente, al entrar al túnel las vacaciones quedaron atrás.

De pronto recordaba: alguien estaba muerto. Sabía que debía revivirlo. El precio que debía pagar por la resurrección no me preocupaba, estaba más que dispuesto a soportar el peso. Las personas hablaban en voz alta sobre sus ya extintas vacaciones. Mi madre me advertía sobre la probabilidad de mi propia muerte. Conocía el método, aunque también sabía que todos se burlarían. Me levanté de mi asiento, caminé desde la parte trasera del camión para hablar con el chofer. El esqueleto con sombrero no despegó la vista del frente a pesar de mis fuertes pasos. La muerte sabía lo que pediría:
- Cómo te atreves a molestarme, no ves que estoy manejando?
- Lo sé, pero debo hacerlo
- Sabes de los riesgos,cierto?
- Lo sé,y lo acepto.
- Pff!,éstos jóvenes de ahora,regresa a tu asiento!

Las personas habían escuchado mi diálogo con Marcela, todos se burlaban ante mis vanos intentos por resucitar a quien jamas conocí. Regreso a mi asiento y veo la carretera. El pavimento se arranca por completo de la tierra. El camino vuela y nosotros vamos sobre él. Los turistas risueños cambiaron sus risas por lamentos. Al tiempo que el cielo se torna rojo y el atardecer lo obscurece, las personas pierden sus delgadas pieles y dejan salir una sangre seca, espesa. se les pueden ver los huesos de las costillas. Pronto sus órganos saltan y se convierten en hojas y ramas secas, de color rojo por supuesto. Yo guardo mis cosas bajo el asiento,sé que pronto pasará y que mis cosas volverán a la normalidad. La noche se cierra sobre nosotros,volamos a miles de kilómetros de suelo, el viento sopla fuera del vórtice por donde vamos. Mi madre ya sostiene al bebé, Emily. Su expresión juvenil se torna demoníaca en un intento por no convertirse en una gárgola de uñas largas:
-Mamá!! Y el bebé!?
-No s-s-sé!! B-b-bú-s-s-c-c-ca-lo!

Veo al bebé junto a la puerta. La tomo entre mis brazos y huele a sangre. No se mueve. Me preocupo y la sacudo para ver si está muerta. Apenas se mueve y vomita sangre, se envuelve en un huevo con su sabana. Sé que está a salvo. Los gritos de las personas son cada vez mas bajos. La muerte ya no conduce. Su frágil esqueleto se desintegró mucho antes del viaje. El camión finalmente se estrella en la ciudad. Mi madre vuelve a tener su aspecto de siempre. Emily cierra sus pequeñas manos buscando compañía. Los turistas recuperan sus órganos. Todos se preocupan por el choque.

Al bajar del transporte mi padre nos espera con su noticia:
-Debo ir corriendo, Marcela ha muerto.
-Pero qué pasó?-pregunto
-Ha muerto como debería ser, ahora debo ir a su funeral y a ver las caras de quienes Marcela ya no dará de comer.

Papá se aleja, los turistas toman sus cosas, el camión se vuelve un cuadrado de dos dimensiones. Una persona trata de aferrarse a una orilla, el cubo da vueltas con el encima. Veo el amanecer y sé que todo está bien ahora.

domingo, 23 de mayo de 2010

La cuisine de Bernard

Te despiertas muy temprano en la mañana. Apenas el rocío se mantiene en las puntas del árbol, llueve ligero, pero saldrás más tarde. El sol y su mitad superior ya están fuera, la otra mitad aún cuenta animales de granja. Pones un pie en el suelo. Pones el otro en l vida,con cuidado de no pisarla. Tu mente llega y te saluda, la imaginación comienza su trabajo.

Ya estas en la Luna, desayunas con Cristo y tienen pingüinos por meseros, el chef también es un ave. Las flores se estrellan en tu planeta y con un color escriben su historia,cada cual su tono y extensión. Terminas tus hojuelas de asteroide y una morsa te lee el periódico,tu siguiente plato viene en camino,solo es cuestión de atraparlo. Tu acompañante se levanta temprano y se posa en su trono, los propulsores accionan y se pierde en el horizonte obscuro. Ahora todo es silencio, hasta tu mascota esta callada. Ya el sol estaba completamente fuera cuando el tercer plato llega antes que el segundo. Dulces en forma de canicas, y en cada canica un universo,y en cada universo un dios. Los guardas en tu bolsillo, para algo han de servir después. Es hora de irte, quizá no tenias tanta hambre,quizá el segundo nunca existió, lo eliminas de tu vida, ya no hay segundos en esta historia.

Los tonos azul indican el camino, ya es hora de partir, de regreso a tu universo. Caminas tres pasos, unos simios limpian tu mesa y platican de política .Llegas al puesto de mando y posando tu mano en el timón piensas en tu siguiente movimiento. Recuerdas que nunca estuviste en la Luna,que solo soñaste con ella, que todo es un sueño a menos que dejes de soñar. Indicas un punto inexacto delante de ti; los motores su labor comienzan y no tardan en colorarse de pimienta. El viaje es corto pero colorido. Has llegado y ahí esta tu hogar, pero no entras, no ahora,no hoy. Quizá nunca existió, por el momento lo ves sin parpadear.

El mar se agita con una mirada, el miedo se deja salir a suspiros, la pesca se debe realizar. En un instante todo se calma, por favor todos crean, en el claro y azul océano.  La temporada ha terminado, los trabajadores saben que con la calma su trabajo ha terminado, ya no hay mas que hacer. Todos se arrojan al mar sin orden alguno. Unos sonríen, otros rezan, ninguno llora, porque las lagrimas son saladas y el mar no puede ser mas salado.

No te has dado cuenta pero tu si lloras, podrías haberlos salvado, pero no hay segundas oportunidades, por un capricho tuyo el mar impuso su sacrificio. Hablas con la señora del té,le tienes malas noticias, aún no encuentras su sabor. Posas tu mano en el timón de nuevo y señalas el roció de los árboles.

"Han mutilado a 12 personas en el país del Norte..."-escuchaste a lo lejos en la radio. Sigues de pie viendo por la ventana el árbol de tu patio.  No tienes hambre, pero sabes que debes comer. Algo pesado choca en tu bata, los caramelos con forma de estrellas te secan la boca y detienen tu aliento. Sales al patio y los siembras junto al árbol. Éste se queja y muere, tan rápido como furioso, de tus semillas nacen hombres armados, marineros fieles , unos con barba, otros con fusiles, pero ningún llora, y todos juntos te acompañan al encuentro de tu nuevo imperio.

domingo, 16 de mayo de 2010

Abrazado a la tristeza

Caminando en el espacio
abrazado a la tristeza
suspirando polvo y muerte
y los vidrios se rompen solos.

No me des mas esperanza
se que todos son mentiras
hombres rotos, siempre secos
el desierto llora y pena.

El viento desconsolado,
suelta el llanto en la avenida
los ancianos encorbados,
parece que la tierra les llama
alimento para bestias,
los que avanzan a su lado
los observan con desprecio.

El dios bueno que te salva,
es el mismo que asesina;
la justicia esta arrestada
por orden de la avaricia.

Vi lo que ya nadie ve, y me dio vergüenza y pena,
sacos llenos de agujeros,para guardar alegrias;
es culpable quien celebra el valor en la batalla
menos mal que con los rifles no se matan las palabras.