sábado, 18 de agosto de 2012

De magos y viajes en el tiempo.

Derrotamos al mal en su propio campo. -Verde ondulado, cielo muy azul pero obscuro-

Yo tenía una espada, para poder defendernos del mago. Ark y yo tenemos que partir. Antes viajamos con las guardianas del tiempo, dos ancianas de poca monta y cuerpos pequeños. Una estaba a cargo de otra, mientras una se mueve la otra no. Siempre se encontraban en un cuarto con muchas sillas pegadas en las paredes. En medio de algunas se encuentra un sillón roído y viejo, de un período específico de la historia donde aún nada existía y la magia no dejaba de consumir el sol.

Sabíamos lo que era necesario hacer. Nos sentamos para poder viajar. La luz que salía de la única puerta comenzó a desaparecer.

-¿Y qué tal tu día?
-Aburrido, como siempre.

Mientras viajábamos al momento de la historia donde ya hay edificios. Aquí, la gente vive mal, pero es necesario que encontremos a quien venimos persiguiendo. 
¡Lo hemos encontrado! El descendiente de Ark resulta ser un pobre herrero que esta cansado de luchar y decidió abandonar la vida del guerrero. Mientras tanto sus hijos, dos pequeñas y un niño, impregnan nuestras ropas con sus deseos más fuertes y mágicos. Luces verdes y azules pasan sobre nosotros directamente desde sus ojos, como si se derritieran y nos envolvieran. Desde luego que nadie se percata de lo que esta pasando.

De pronto, televisiones, autos, sillones, espejos y cristales de cuarzo caen por un portal temporal que se ha abierto en el cielo. Todo nos rodea, un tornado y la obscuridad.

Despierto dentro del camión de dos pisos, la luz entra muy fuerte por las ventanas que no tienen cristal. Estamos sobre un acantilado, abajo solo veo el verde de la pradera, pero ningún detalle. A mi alrededor hay miles de pequeños objetos.

La gente comienza a acercarse al camión. Todos saben que soy un mago.

Sueño #121.12

La muerte nos consterna a todos.
Esta claro que debemos sufrir.

Cuando mueres el sentimiento viene desde el estómago, y cuando los fantasmas del tiempo vienen por tí. No se puede hacer más, te rompen, despedazan, violan, violentan, todo por tu alma que termina siendo destruida.

Cuando morí, vivía en Coyoacán, una pequeña casa de habitaciones pequeñas: una azul, una amarilla, pero todas obscuras. Cuando vino el primer fantasma yo no estaba preparado: brincó muy alto, me llevaba consigo, me azotó, fue la experiencia más terrible de mi vida.


Después vi morir al hombre. Demacrado, increíblemente delgado, se dobló por la mitad y se fue consumiendo mientras caía por la calle. Llevaba un niño dentro igual de viejo que el. Su alma obscura me llamaba mientras marcaba el 911. Mi abuela lo conocía, mi madre también, pero no importaba cuan escalofriante suene, apenas es el primer encuentro.